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Plumas de aves

Las plumas de las aves son un prodigio de la evolución que puedes coleccionar fácilmente para enriquecer tu colección de historia natural.

Para qué les sirven las plumas a las aves

Las plumas les sirven a los pájaros principalmente para volar y para mantener el calor, si bien pueden tener otras finalidades, como ejercer de reclamo sexual o camuflaje.

Plumas de pájaros

¿Cuándo mudan las plumas las aves?

Todos los pájaros mudan las plumas al menos una vez al año: después de la reproducción y antes de la migración. Esto es necesario porque las plumas también se gastan y se estropean. Algunas presentan un plumaje distinto de color en invierno y en verano.

Tipos de plumas de aves

Las aves poseen tres tipos básicos de plumas:

Plumas de contorno: Son las que rodean el cuerpo del pájaro creando una superficie aerodinámica.

Plumas de plumón: Están debajo de las plumas de contorno y se encargan de mantener el calor del cuerpo del ave reteniendo y aislando el aire en torno a la piel.

Plumas de vuelo: Las plumas de vuelo crecen en las alas y en la cola. Las de las alas crean fuerza de sustentación. Las de la cola ayudan a maniobrar y frenar. Son largas y planas.

Plumas de búho

Las plumas de las de los búhos son un prodigio de la evolución. Las presas de estas aves tienen un oído muy fino, lo cual ha forzado a los búhos a evolucionar hasta poder volar sin producir ningún ruido. Esto lo logran gracias a las plumas especiales que han desarrollado en sus alas.

¿Cómo son las plumas de las aves?

Las plumas de los pájaros evolucionaron a partir de las escamas de los reptiles. Hay dos características que las convierten en un gran logro evolutivo: su resistencia y su ligereza, lo cual las convierte en perfectas para el vuelo.

Tienen un cañón central rígido que les da consistencia. De él parten unas barbas opuestas que están unidas entre sí por unas pequeñas bárbulas con ganchos diminutos que las mantienen unidas proporcionando un plano perfecto para el vuelo. Se pueden separar las bárbulas, pero bastará “peinarlas” de nuevo con los dedos para que vuelvan a unirse por los ganchos.

Cómo coleccionar plumas de aves

Como naturalistas o ecólogos, podéis realizar una interesante colección con las plumas de las aves. Éstas se pueden encontrar durante los paseos en plena naturaleza en cualquier época del año, aunque se encontrarán más a principios de la primavera, cuando las aves comienzan a mudar.

Rescatadas del olvido para poner sus fotos en este artículo tras treinta años en el trastero, aquí están algunas de las joyas de la pequeña colección de historia natural que tenía cuando era niño. Las plumas de esta colección son de un pito real que me encontré muerto cerca de un hormiguero.

Cómo identificar las plumas de los pájaros

Existen guías especializadas dedicadas a las plumas de las aves. No obstante, excepto que se trate de plumas muy concretas y características, como las azules de los arrendajos o las de la cola de los pájaros carpinteros, será muy difícil identificar a su dueño.

Si queremos tener una colección de plumas identificadas lo mejor es obtenerlas de las aves muertas que, de cuando en cuando, encontraremos por nuestros paseos por el campo o por las carreteras. Cuando esto suceda, aprovecharemos la oportunidad y recogeremos muestras de plumas de las alas, de la cola, y del cuerpo, además de aquellas representativas por poseer una coloración o forma que caracteriza a la especie. No es necesario desplumarlas completamente, pero no nos conformemos con una de cada; al fin y al cabo el ave ya no las necesitará y podemos emplearlas de varias maneras.

Cómo organizar nuestra colección de plumas de aves

La forma más vistosa de exponer nuestra colección así obtenida es en una vitrina para cada especie y colgada en la pared. En mi infancia confeccionaba las vitrinas con cajas de madera de puros que me daba mi tío: sustituía la tapa por un cristal que pegaba con esparadrapo de tela a modo de marco. Es un método perfectamente válido, aunque un poco chapucero y seguro que vosotros sois capaces de mejorarlo. Fijaba las plumas sobre una cartulina con celofán; las más grandes por la base del cañón, las más pequeñitas y el plumón las cubría por entero con celofán. Finalmente, la cartulina la pegaba en el fondo de la caja de puros y colocaba el cristal fijándolo con el esparadrapo. Las plumas pegadas con celofán no pueden sacarse para observarlas, por eso es importante tener más archivadas.

Las vitrinas, por la que se nota el paso del tiempo, no eran muy elaboradas: una de las apreciadas cajas de puros que me proporcionaba mi tío cuando venía en verano, un cristal comprado en la ferretería de la esquina y todo ello unido y envuelto con esparadrapo de tela. Ésta es una ala de Pito real, que forma parte del hallazgo anterior.

A parte de los nombres común y científico del ave, es interesante indicar al lado de cada pluma la parte del cuerpo al que corresponde, y una reseña sobre la fecha y el lugar donde las recogisteis.

Otra forma de guardar las plumas es en un cuaderno de anillas. Sustituiremos las hojas por cartulinas, que nos proporcionarán más rigidez. Simplemente hay que cortar con ayuda de un cúter unas tiras en las cartulinas para mantener fijas las alas. Cuando lo hagáis, colocad algo rígido debajo de la hoja para no cortar también las de abajo. Indicaremos los mismos datos que en el caso anterior. De esta forma podemos sacarlas y observarlas cuando queramos, aunque las plumas, especialmente las más pequeñas, pueden soltarse y desplazarse con mucha facilidad. En este caso podemos introducirlas en pequeñas bolsitas de cierre hermético que graparemos en la cartulina junto con el resto de plumas que pertenecen a cada especie.

Para guardar las plumas mientras no las expongamos o las que nos hayan sobrado, podemos utilizar dos de los elementos más útiles en la casa de un naturalista aficionado: las cajas de zapatos y las bolsas para congelados. Las meteremos en una de estas bolsas, que tienen cierre hermético, anotaremos en ella todos los datos con un rotulador que escriba sobre plástico y las guardaremos en nuestra caja de zapatos dedicada a las plumas.

Cómo coleccionar alas de pájaros

Estas tres joyas de mi colección las tenía colgadas en mi cuarto, alineadas verticalmente. Ésta es una ala de Urraca que ya he olvidado cómo y dónde encontré.

A parte de las plumas, también podemos aprovechar las alas de las aves muertas encontradas durante nuestras salidas al campo para enriquecer nuestra colección de historia natural. Tendremos que cortarla por la base y ponerla a secar estirada y fijada con alfileres sobre una tabla. No deben de tener mucha carne, porque ni siquiera recuerdo que durante este proceso las alas despidieran mal olor. Eso sí, las ponía a secar fuera de casa y protegidas de las moscas para que no se llenaran de gusanos.

En este caso, dado su volumen, lo mejor es exponerlas en una vitrina fijadas con alfileres.

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